La cultura del exceso

Tal vez todavía no sea tarde para darnos cuenta de que todos estamos equivocados. No sólo en el Norte opulento que, con una quinta parte de la población mundial es responsable del 60% del consumo global, poniendo en peligro los recursos disponibles del planeta Tierra; también y cada vez más en el Sur que, en vez de buscar nuevos derroteros de desarrollo sostenible, imita el modelo de un sistema condenado a desaparecer. Al menos, esta es la conclusión principal del último informe del World Watch Institute, con sede en Washington, que año tras año aborda temas de candente actualidad en sus documentos titulados \"El Estado del Mundo\" y que dedicó su último volumen al consumismo excesivo que traspasa cada vez más los límites del mundo desarrollado, planteando nuevos interrogantes sobre el futuro. Según el presidente de esa institución, Christopher Flavin, hoy por hoy más de 1.700 millones de habitantes del planeta pertenecen a la \"clase consumidora global\" que comparte estilos de vida, dietas, sistemas de transporte y otros parámetros de consumo. La mitad de ellos vive en los países en vías de desarrollo, dejando ver nuevas tendencias negativas en lo que a las alternativas de desarrollo sostenible se refiere.
El desmedido apetito consumista, limitado hasta hace algunos años a Estados Unidos, Japón y Europa Occidental, parece extenderse inevitablemente a los países más densamente poblados del mundo \"pobre\", en primer lugar China (con sus 1.240 millones de habitantes) y la India (con 1.000 millones) y, aunque el ciudadano medio de cualquiera de estos países consume menos que el estadounidense o europeo, sus altos índices de población significan un incremento enorme en el uso de los recursos. [...]

Aunque nadie tiene derecho a criticar al que aspire a una vida razonablemente más fácil -sin caer en excesos de consumismo impropios frente a una realidad en la que 2.400 millones de personas sobreviven hoy con menos de 2 dólares diarios- tampoco debemos olvidar que los recursos de la tierra son limitados y la actividad económica del hombre ya los ha depredado más que suficiente.
Los enormes incrementos de las necesidades de recursos básicos -como por ejemplo el agua potable, que según numerosos analistas políticos constituirá el motivo principal de más de un conflicto bélico en el nuevo siglo- y la destrucción creciente del entorno natural -para conducir más coches y construir casas, hoteles, fábricas o centros comerciales más grandes- debe obligarnos a detenernos y pensar en cómo seguir adelante.
Para que los países del Sur no cometan los mismos errores del Norte, y la creación de un hábitat sostenible para el género humano contribuya a ir reduciendo la fractura principal de nuestra época, los ciudadanos con conciencia ecológica de ambos lados deberán aunar esfuerzos.

Fuente:
Artículo “La cultura del exceso” de Edith Papp. Agencia de Información Solidaria (AIS). Enero del 2004.

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